Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los trastornos de la conducta alimentaria ocupan el problema más importante de salud actualmente puesto que ocasiona un gran número de personas fallecidas debido al mismo. Es de elevada preocupación la gran cantidad de casos presentados en personas cada vez más jóvenes y su alta prevalencia. Es más común entre el 90 y el 95% que lo sufren sean mujeres y las edades frecuentes de inicio oscilan entre los 14 y los 18 años, aunque en los últimos años se observa una gran disminución de la edad de afectación.
Es importante conocer aquellos factores que pueden hacer que sufra este tipo de trastorno pues es un trastorno mutifactorial y su prevención va dirigida a los factores de riesgo que pueden evitar que alguien lo padezca. Así, se ha demostrado que hay partes de la población que tienen mayor riesgo de padecerlo como por ejemplo atletas, modelos, personas con antecedentes familiares de trastornos de la conducta alimentaria, historia de agresión sexual, maltrato, historia previa de obesidad o ser mujer.
Existen factores sociales que también influyen de forma importante como por ejemplo el imperativo social de la delgadez y las redes sociales. Este último parece ser un factor muy importante en los últimos años, de forma especial desde la COVID-19, momento en el cual las redes sociales fueron, como ya sabemos, una forma importante de comunicación entre todos y todas. Las redes refuerzan cánones de belleza que hace que aumente la insatisfacción con el cuerpo puesto que las personas que las usan obtienen refuerzo cuando hay visitas y «me gustas» en sus plataformas. Esto, de otro modo, es una forma de que las personas se sientan evaluadas; aprobadas o rechazadas por sus iguales en redes.
Otro factor de riesgo importante es el psicológico, que se define como características personales que pueden hacer que influya en el desarrollo del trastorno. Existen tres aspectos en los que tenemos que centrar la atención que pueden influir en el posterior desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria: preocupaciones por el peso y la comida, poco sentido de autonomía y poca autoconfianza.
Otro de los factores de riesgo es la familia. En ocasiones la familia puede sobreproteger demasiado y ser una familia poco flexible. Pueden ser familias con tendencia a la evitación y a la falta de resolución de conflictos.
Hay que estar atentos y atentas a los factores que pueden desencadenar los trastornos de la conducta alimentaria como son los cambios corporales, problemas de salud que hayan hecho que la persona adelgace, agresión sexual, aumento de la actividad física e inicio de una dieta no pautada ni controlada por especialistas.
Existen otros factores que mantienen la problemática como puede ser el aislamiento social que involucra en ocasiones sufrir dichos trastornos, consecuencias físicas y psíquicas de la falta de ingesta de comida y problemas en el entorno familiar.
En conclusión, es muy importante que tengamos en cuenta qué es un trastorno de la conducta alimentaria para poder eliminar estigmas sociales que abarcan la sociedad y que producen aislamiento. Además, observar los factores de riesgo que pueden ocurrirles a nuestras personas del entorno puede ser un factor clave para la detección temprana y precoz.